NONINÁ. 20 DE OCTUBRE DE 2021

Hoy he tenido un día absolutamente estresante. Tengo un viaje de trabajo en Dublín, y entre preparar cosas, avanzar con mi segundo trabajo, cuadrar turnos de mi tercer trabajo para poder compaginarlo todo, escribir, preparar la presentación de Poeta del amor oscuro (uno de los proyectos que desarrollo con NONINÁ Films sobre Federico García Lorca) y estar pendiente de varias movidas, casi me da un ictus.

Siempre me juzgo a mí mismo y me digo que no trabajo lo suficiente, que no llego a todo y que no me organizo bien. Desde hace unos días, que mi amigo Omar Linares subió un vídeo a su canal de youtube sobre estas cuestiones (puedes verlo aquí), cuando tengo estos pensamientos trato de relativizarlos un poco y no exigirme tanto. Hoy, después de estar todo el día sintiéndome fatal, he parado para cenar y he hecho una reflexión: soy profundamente imbécil. Claro que me organizo, claro que trabajo lo suficiente y claro que llego a todo. Lo único que pasa es que tengo demasiado que organizar, que trabajo mucho para lo poco que gano, y que estoy cansado de sacrificar otras cosas para llegar a todo.

Sin duda, tengo que esforzarme por conseguir que todo lo que estoy haciendo sirva para el propósito real de todo esto: vivir de escribir.

El curro en NONINÁ Films parece que está funcionando, y el trabajo con Leti y Joshué cada vez va mejor y nos organizamos y coordinamos bien (a pesar de que no sé quién de los tres tiene la vida más complicada). Aunque he tenido una oferta laboral MUY BUENA en otro país y he dudado mucho a la hora de decidir, al final la he rechazado por la absoluta convicción de que mi sitio está aquí, escribiendo.

Cuando digo esto en voz alta la gente me mira raro (desde mi familia a algunos amigos). Pero es que no podéis imaginar lo feliz que me siento cuando tengo un rato y me pongo a teclear. Hacía mucho tiempo que me costaba, pero desde que he empezado a escribir esta suerte de diario/blog, cada vez me apetece más y me sale con más facilidad.

Hace poco, en una entrevista que vi a la cantante Nathy Peluso (puedes verla aquí), ella explicaba que desde siempre supo que iba a irle bien, incluso antes de saber que quería ser cantante. “El poder de la proyección”, lo llamaba ella. Desde hace días, he decidido que tengo ese poder. Siempre he querido vivir de mis textos, y aunque siempre lo he dicho, nunca me lo he creído del todo. Ahora sí, ahora tengo la certeza de que voy a conseguirlo. Por la conversación que tuve con Blue Jeans en la Feria del Libro de Granada, por las cosas que hablo con Eva cuando trabajamos juntos, por la cara de felicidad que se nos pone a Leti, Joshué y a mí cuando escribimos en NONINÁ, por la ilusión con la que escribo estas palabras que, probablemente, nadie leerá. No importa. Sé que voy a conseguirlo y que la escritura será mi vida.

Hoy, desde un café en Dublín, he decidido que voy a lograrlo. Empecé a escribir Lulot en un café en París, y desde entonces han pasado muchas cosas. Sé que es difícil. Me va a costar, voy a tener que trabajar, pero lo voy a hacer. Y lo compartiré con todos vosotros. Los sueños no se hacen realidad, los sueños se trabajan, se pelean, y se consiguen porque tú los haces realidad.