No es poesía. Tampoco prosa. Son palabras vomitadas, arrancadas del dolor. Son garabatos sin orden ni concierto. Son lágrimas de pérdida, anhelos de abrazos y sonrisas añoradas. Son tragedias, puñales, lunas muertas y tormentas tristes. Son las primeras palabras que pude escribir. Son lágrimas por tinta, penas por pluma y soledad por lienzo. Es el miedo hecho literatura o, al menos, hecho texto.

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