Holi caracoli. Tras una semana en la que no he podido dejaros una nueva entrada en Los domingos del Escritor, vuelvo un domingo más a contaros algo más sobre el maravilloso mundo de la escritura. Uno de los principales problemas que tenemos los escritores a la hora de escribir es enfrentarnos a la página en blanco.
En mi caso, este problema ha surgido únicamente en dos ocasiones. En ambas, trabajando con la saga de Tejedoras de almas, la solución fue la misma: trabajar la historia previamente.
Cuando comencé, la primera vez, a escribir Tejedoras de almas: el Concilio de los Ungidos, todo empezó por un sueño, en el que aparecían dos jóvenes que se miraban entre sí, sin decirse nada, y de la mano de una de ellas brotaba un fuego morado. Traté de escribir la historia de esas dos jóvenes en cuanto me desperté, pero cuando abrí el documento para empezar a escribir, no salía nada. Al final, me di cuenta de que no podía escribir esa historia sin meditarla previamente.
La segunda vez que me ocurrió, fue al empezar a escribir el segundo libro de la saga. Aunque ya conocía los personajes y el mundo en que vivían, desconocía qué iba a pasar en la segunda parte, salvo la parte final del libro, cuyo último capítulo escribí junto al final de la primera parte. Así, sabía cuál era el final, pero no el recorrido.
En ambas ocasiones, me di cuenta de que el problema era el mismo: necesitaba meditar sobre la historia para interiorizarla y poder escribirla.
Por eso, aquí os dejo 5 tips para hacer frente a la página en blanco que a mí me ayudaron.
1º: Lluvia de ideas
En primer lugar, aunque tengas una idea genérica de la historia, antes de sentarte frente a la página en blanco, haz una lluvia de ideas para tratar de pensar en tramas, personajes, giros argumentales, escenarios… Todo esto, posiblemente, no acabe llegando a formar parte de las historia final, pero te servirá para activar tu cabecita loca y ponerla en marcha. Además, te ayudará a meterte en la historia y a hacerla tuya. Únicamente cuando tengas interiorizada la historia lograrás que las palabras fluyan.
2º Escaleta
Medita sobre los pulsos o giros de la historia. Te ayudará hacer una escaleta en la que indiques los giros o pulsos de tu historia. De esa manera, tendrás más o menos pensado qué ocurrirá en cada capítulo, cómo evolucionará la historia y por dónde tienes que llevar a tus personajes. Evidentemente, si eres un escritor “brújula” me dirás que no trabajas así. Puede ser cierto pero, aunque cuando empieces a escribir puedes decidir cambiar lo que habías planeado en un principio, tener una escaleta te ayudará a enfrentarte al inicio de la historia.
Por supuesto, no será algo inamovible: tú eres el dueño de tu historia y, por tanto, puedes modificarla como quieras. Pero tener un camino trazado te ayudará a comenzar con el primer paso. Muchos escritores, con el paso del tiempo, dejan de ser escritores “mapa” para convertirse en “brújula” y desarrollar sus historias sin necesidad de una planificación previa. Mi consejo es que, aunque puede ser que no lo necesites, para empezar tus primeras novelas te será muy útil hacer una escaleta, aunque sea muy genérica.
3º: Trabaja los personajes y empatiza con ellos
Seas un tipo de escritor u otro, lo que tengo claro es que, si quieres que tu novela enganche, necesitas conocer a tus personajes. Trabaja, al menos, en pulir a los principales. Da igual que sean asesinos a sueldo, ingenieros o hechiceras: tienes que empatizar con ellos, humanizarlos todo lo que puedas. Tienes que conocerlos para saber cómo van a reaccionar en cada situación, cuáles son sus miedos, sus objetivos y sus debilidades. Puedes utilizar guías de personajes, perfiles psicológicos o cualquier otra herramienta que te resulte útil. En mi caso, desarrollé una pequeña ficha para completar aquellos aspectos que me parecen fundamentales a la hora de trabajar un personaje. Así, incluyo cuestiones como los hechos de su pasado que le marcaron, sus miedos, sus virtudes, cómo se ve a sí mismo el propio personaje, cómo lo ven los demás…
Un pequeño truco que yo utilizo es que trato que todos mis personajes tengan un pequeño rasgo con el que me identifico. Es algo que me ayuda a empatizar con ellos y a ser capaz de saber cómo piensan en determinadas situaciones. Por ejemplo, aunque esté escribiendo sobre la asesina Li Yao Taripei, una de las Hijas del Loto de Tejedoras de almas, hay algo de ella que es mío. En este caso, Li Yao es una asesina, algo que no tiene que ver conmigo, pero también es un personaje rencoroso, así que cuando escribo sobre ella recuerdo momentos personales en los que he sentido rencor y trato de canalizarlos para humanizar al personaje e identificarme con ella.
4: Identifica los lugares en los que ocurre la historia para sentir lo que sentirían los personajes
Esto es algo que a mí me ayuda mucho. Necesito tener una imagen clara sobre los espacios que aparecen en mis historias: pueden ser sitios reales, que he visitado o que he encontrado por la web, e incluso ser totalmente imaginarios. En cualquier caso, necesito ver ese espacio en mi cabeza, imaginarlo a la perfección. Así, cuando un personaje camina, llora, come, asesina o duerme en un espacio concreto, soy capaz de imaginar si siente frío, soledad, miedo o cualquier otra cosa en base al lugar en el que se encuentra.
5: Haz un mapa de tramas
Esto, para mí, es esencial. En Tejedoras de almas hay una trama principal, pero es un mundo muy complejo, lleno de reinos, intrigas, amores y desamores, enemistades y normas. Así, cuando me enfrento a cada libro, desarrollo un mapa de tramas en el que relaciono la historia de cada personaje con la de los demás. Es muy complejo y lleva tiempo hacerlo, pero resulta muy útil para no volverme loco.
Tip extra: flexibilidad
Evidentemente, todo esto no sirve de nada si no eres capaz de, a la hora de escribir, tener cierta flexibilidad. Cuando comienzas a trabajar y a desarrollar la historia, llegan nuevas ideas que pueden resultarte mejores que las que tenías en tu escaleta y tu mapa de tramas. No pasa nada, no debes agobiarte por cumplirlo todo a rajatabla. Todas las técnicas de las que yo os hablo no son más que herramientas para ayudarte, pero si una idea cruza tu mente, no debes desecharla por no estar previamente incluida. Estúdiala con calma, analiza si va a enriquecer tu historia y, si es así, encontrarás la manera de incluirla. Al fin y al cabo, tú eres el dueño de tu historia.
Espero que todo esto os haya resultado útil. Si os apetece, podéis dejar vuestros comentarios en el post y, si queréis que os cuente algo concreto sobre cómo desarrollo mis historia, preguntad sin miedo. Nos vemos el domingo que viene.
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