Bloqueo del escritor

Primera entrada de la nueva sección de mi blog: Los domingos del escritor

Como hace unos días os dije por redes sociales, estoy totalmente decidido a hacer de la escritura mi profesión. Es algo complejo, algo que me llevará tiempo y que posiblemente no consiga, pero voy a trabajar para lograrlo.

Como parte de ese objetivo, he decidido darle una nueva vida a mi blog. A la sección habitual de pensamientos, en la que hablo sobre sentimientos, ideas y sobre todo aquello que me pasa por la cabeza, he decidido añadir nuevas secciones. Hoy estreno la primera de ellas: Los domingos del escritor.

¿Por qué la he llamado así? Porque desde hace unos meses, los domingos por la tarde los dedico a reflexionar sobre lo que he conseguido cada semana. Y, últimamente, las reflexiones sobre mis logros en el mundo de la literatura ocupan bastante tiempo en mis domingos.

Así, cada domingo trataré de hablaros de algún aspecto relacionado con todo lo que estoy viviendo y aprendiendo del mundo editorial. Sobra decir que yo no soy nadie en este mundo (de momento), simplemente creo que puede ser útil para otros escritores que, como yo, estén comenzando y se enfrenten a cosas por las que yo he pasado. Por supuesto, todas las intervenciones y aportaciones que hagáis los que me regaléis algo de vuestro tiempo serán de agradecer.

Sin más, comienzo a hablaros de uno de los problemas a los que nos enfrentamos los escritores (y el resto de creadores, sean de la disciplina que sean): el bloqueo del escritor.

El bloqueo del escritor

El bloqueo del escritor no es una parálisis que te impida moverte y que te haga quedarte como un conejo cuando las luces de un coche lo ciegan en mitad de la noche, pero la sensación debe ser muy parecida. Se trata, nada más y nada menos, que de la incapacidad de crear que sufrimos los escritores. En mi caso, vengo de pasar un largo periodo de tiempo aquejado del maldito bloqueo del escritor.

No sé vosotros, pero yo he sentido diversas cosas al respecto. En primer lugar, me ha generado ansiedad. Para mí, escribir era una suerte de catarsis que me permitía liberarme de todo aquello que me pesaba o me daba vueltas a la cabeza, por lo que no ser capaz de plasmar esos sentimientos en historias o relatos me ha hecho sentirme perdido. Esa sensación de no encontrarme pasó a provocarme frustración, puesto que aunque tenía cientos de ideas y de historias pendientes de contar, el simple hecho de sentarme ante el ordenador me agobiaba.

En mi caso, aunque el bloqueo no ha supuesto que dejasen de aparecer ideas en mi cabecita loca sobre las que quería escribir, sí que ha significado que era incapaz de pasarlas de mi mente a la hoja en blanco. Era, en definitiva, como ese conejo que ve las luces del vehículo que va a llevárselo por delante pero que es incapaz de moverse. Para mí, el bloqueo del escritor ha sido como si mis manos y mi mente se desconectasen, por lo que mis dedos ya no podían seguir el ritmo.

Ser consciente de que estás bloqueado

Por diversos motivos que ahora no vienen al caso, desde hace unos meses, pensando que todas las complicaciones de la vida iban a hacer que mi cabeza se volviese loca, decidí comenzar una terapia psicológica. Lo cuento porque, aunque luchar contra el bloqueo del escritor no era ni por asomo la causa principal de buscar ayuda de un profesional de la psicología, ha sido una de las cosas que he logrado comprender y afrontar gracias a las sesiones con Ángela, mi psicóloga.

Lo primero que descubrí gracias a Ángela es que escribir es más importante para mí de lo que yo mismo creía. Así que, aunque de manera inconsciente, todo lo que ha pasado en mi vida en los últimos años ha repercutido en mi escritura. De hecho, lo último que pude escribir fueron los poemas de Palabras y canciones de lunas y sombras, que fueron, ni más ni menos, la forma que encontré para luchar contra la pena tras perder a mi madre. O de abrazarla y aceptarla, no lo sé muy bien.

El caso es que, tras esos poemas, no era capaz de escribir ni una palabra. Y eso se tradujo en ansiedad, frustración, presión y decepción conmigo mismo. Gracias a las sesiones, en las que estoy trabajando aspectos como el duelo, la autoaceptación, el hacer frente a los pensamientos automáticos negativos o la asertividad, he adquirido una serie de herramientas que me han ayudado a romper mi bloqueo. Os cuento alguna de ellas, puesto que creo que, al igual que me ha ocurrido a mí, pueden ayudaros a vosotros.

Aceptación

En primer lugar, acepta que estás bloqueado. No pasa absolutamente nada, no eres mejor ni peor escritor por pasar por esa fase: eres humano, y ser consciente de eso te da ventaja. Utiliza todos esos sentimientos que te provoca el bloqueo y trata de proyectarlos mediante palabras. Da igual que sean bonitas o no, que tengan sentido o no. Lo único que debe importante es aceptar que hay algo que te impide disfrutar con algo con lo que siempre lo has hecho y entender que, a veces, la vida nos manda señales para que nos detengamos y reposemos. Si estás bloqueado, puede ser que sencillamente necesites tiempo, que haya otros aspectos de tu vida que tengas que atender con prioridad o que, sencillamente, no sea el momento de crear. Trata de no torturarte con ello: escribir, como cualquier arte, debe ser un proceso liberador. Cuando llegue el momento, volverás a escribir, y todos los sentimientos que has experimentado te servirán para dotar de realismo y verdad a tus textos.

Lista de objetivos alcanzables

Cuando creas que ha llegado el momento de romper tu bloqueo, y sientas que el resto de aspectos de tu vida que no te estaban permitiendo crear están solucionados o, al menos, aceptados, es el momento de ponerte manos a la obra. Una de las herramientas más útiles y sencillas que he aprendido en mis sesiones y que me están ayudan es crear una lista de objetivos semanales. En mi caso, lo hago sobre diferentes aspectos de mi vida, pero en el caso que nos ocupa, me refiero a pequeños objetivos literarios. Es muy importante que sean sencillos, que estén bien definidos y que sean alcanzables. De lo contrario, podrían generarte frustración. Por ejemplo, yo empecé poniéndome un único objetivo semanal: escribir algo.

Daba igual lo que fuese, la temática, la extensión o la calidad. Sencillamente, me puse el objetivo de lograr escribir algo a lo largo de toda una semana. Parece sencillo, pero hasta la tercera semana no conseguí sentarme y escribir un pequeño verso.

De forma progresiva, he ido añadiendo objetivos más ambiciosos: hacer un guion de los capítulos de tal libro, escribir un capítulo de tal historia, escribir un capítulo cada dos días, escribir un capítulo diario…

Esta semana, sin ir más lejos, he sido capaz de escribir cuatro capítulos, además de esta entrada (que no por no ser ficción es menos compleja).

Cuando algo no te sale, déjalo aparcado

Esta es una de las herramientas que, aunque parezca más estúpida, más me ha servido. Escribir la segunda parte de Tejedoras de almas me está resultando tremedamente difícil. Para los que hayáis leído la primera, El Concilio de los Ungidos, leer que se trata de una historia muy compleja, con gran dificultad por el número de personajes y lugares que aparecen, no os sorprenderá. Para los que no conozcáis la historia, os diré que en la última reedición he incorporado una guía de personajes, en la que encontráis información de más de 80 criaturitas que están metidas en mi cabeza. Como comprenderéis, hacer frente a esa historia tras un bloqueo como el que he pasado no es moco de pavo.

Por ello, hasta que no comprendí que no podía pretender pasar de escribir a enfrentarme a la segunda parte de Tejedoras de almas, todo fue frustración y agobio.

Cuando decidí dejarlo de lado, y centrarme en historias más sencillas, fue cuando, sin imaginarlo, mis dedos volvieron a conectar con mi mente y comenzaron a escribir de nuevo.

Escribe, aunque sea una mierda

Esto parece una evidencia, pero todos los que hemos escrito algo sabemos que las buenas historias no surgen de la nada. El que haya publicado un libro sin haber revisado la trama una y mil veces o es un genio o es un necio.

Por eso, deja de exigirte. No pasa nada, la historia que tienes entre manos no va a salir disparada a Amazon en cuanto escribas el último punto. Escribe con libertad, no te juzgues, no te presiones, déjate llevar y fluye con las palabras. El resultado será bueno o no lo será, pero no es eso lo que nos preocupa ahora.

Lo importante es que vuelvas a conectar con tu pasión, que la disfrutes y que no sufras. Lo demás, ya llegará.

No tengas expectativas, a veces la autoexigencia es lo que te frena

En mi caso, aunque soy un escritor mamarracho y totalmente desconocido para el 99,99% de los lectores (por no decir el 100%), las críticas positivas no me hacen bien. Sí, lo sé, suena ridículo. Pero es la pura realidad. Soy una persona tremendamente autoexigente, me machaco continuamente buscando la perfección (soy así de absurdo) y sufro cuando siento que he decepcionado a alguien (de hecho, esas son algunas de las cuestiones principales que me llevaron a buscar ayuda de un profesional). Por eso, cuando hablo de autoexigencia sé de lo que hablo. Está bien, pero hay que ponerle límites, como a todo en la vida.

En mi caso, la presión que siento ante las críticas positivas que tuvo la primera parte de Tejedoras de almas (sí, lo habrán leído como mucho 200 personas, pero para mí eso ya es mucho), me llevó a exigirme tanto que escribir la segunda parte se convirtió en un suplicio. De hecho, teniendo la obra totalmente terminada, la eliminé por completo y la estoy reescribiendo, porque el resultado me pareció horrible. Ahora, me enfrento a ella desde otra perspectiva, intentando disfrutarla y evitando sufrir.

En resumen: disfruta lo que haces

La conclusión de todo lo que os he contado aquí hoy es que lo primordial a la hora de hacer frente al bloqueo del escritor es partir de la base de que escribes porque es algo liberador, algo que te hace feliz, algo que disfrutas. No pierdas eso nunca de vista.

Si la situación se te va de las manos, habla con otros escritores (me ofrezco voluntario) y, en caso necesario, con un profesional. Puede ser que ese bloqueo sea reflejo de otros aspectos de tu vida que debes tratar. Para eso, te recomiendo a la maravillosa Ángela, del Centro de Psicología Ágora, a cualquiera de sus compañeras o cualquier otro profesional que pueda ayudarte de la manera adecuada.

Sin más me despido de vosotros por hoy. Espero que os haya gustado/ayudado esta nueva sección de mi blog y recordad: a escribir, que son dos días.

¡Nos leemos el próximo domingo!