¿Alguna vez habéis sentido que tenéis el alma en con poca batería? Como si estuviese a punto de apagarse, con los últimos coletazos de energía. ¿Sabéis esa sensación cuando estáis en el mar, y viene una ola, y luego otra, y otra, y quemáis toda la energía para mantener la cabeza fuera del agua, pero las piernas empiezan a fallar? ¿O cuando te has pasado toda la noche de fiesta, bailando sin parar, y llegas a tu casa agotado, pero no puedes dormir, ni tampoco hacer otra cosa porque tienes la mente como seca? ¿Habéis sentido que nada os llena como antes, que no os reís con la misma intensidad, ni lloráis con las mismas ganas? ¿Que no sabéis si queréis preparar algo de cena, o pedir comida a domicilio? ¿Habéis sentido alguna vez que os da igual todo, pero que al mismo tiempo todo os preocupa? ¿Habéis sentido que se os ha olvidado qué os hacía feliz, que ya no sabéis qué queréis en la vida, ni que camino escoger?

Yo llevo meses sintiendo eso. Me esfuerzo y trato de seguir adelante, de tomarme todo con humor, de reírme y hacer reír a los demás, de limitar los pensamientos y quedarme únicamente con lo positivo y lo bueno. Pero sigo sin encontrarme. Sigo sin sentirme yo. Estoy totalmente perdido, mareado. Como cuando juegas a la gallinita ciega, que no tienes ni idea de hacia dónde ir, y encima te notas mareado, inestable, frágil. Siempre he sido una persona con la mente bastante clara, con objetivos, más o menos realizables, pero objetivos al fin y al cabo. Ahora no tengo ninguno. Estoy en modo supervivencia, simplemente trato de llegar al final del día, de no estresarme más de la cuenta y de no pensar demasiado. Pero lo cierto es que no sé lo que quiero. No tengo ni puta idea. Estoy absolutamente desorientado, noqueado. No sé a qué me quiero dedicar, pienso que quiero dedicarme a escribir libros y novelas, pero mi mente me dice que no, que ya no tengo esa red que tenía antes para poder lanzarme a cualquier proyecto, por loco que fuera. De hecho, no paro de pensar en escribir, pero soy incapaz de hacerlo. Tengo cientos de ideas, miles. Personajes, tramas, guiones de cortos, series, películas, novelas, poesías, relatos. Pero no puedo sacarlos de mi cabeza. Me apetece escribir, pero estoy bloqueado porque sé que no es una opción, que tengo que estudiar para tener un sueldo fijo y una estabilidad, porque estoy “solo”. Sé que eso no es cierto, que tengo muchas personas que me quieren y me ayudan cuando lo necesito, pero no puedo parar de pensar, de forma casi obsesiva, que ya tengo una edad, que tengo que tener estabilidad, que tengo que tener un trabajo en condiciones y, luego, si hay tiempo, ya escribiré. No soy tan bueno como para poder dedicarme a ello. Es simplemente un sueño, no es algo real, no es algo de lo que pueda vivir. Mi cabeza me lo repite constantemente, a pesar de que personas como mi psicóloga o alguno de mis mejores amigos me dicen que debería perseguir mi sueño. Pero algo dentro de mi echa el freno, me convence de que no lo intente, de que me centre en preparar oposiciones, de lo que sea, aunque esté tan cansado que soy incapaz de entender lo que leo. Es como si dentro de mí hubiese dos personas atrapadas: una loca, soñadora, atrevida, lanzada, llena de pasión, de historias, de personajes y aventuras que contar, y otra coherente, con los pies en la tierra, consciente de que los sueños no dan de comer si no eres bueno, si no eres excelente, y yo no lo soy. Esas dos personas luchan cada día, se anulan la una a la otra y, entre medias, ahí estoy yo, deambulando como un fantasma, perdido y agotado, pataleando contra las olas para no ahogarme. Sin camino, sin sueños, sin futuro ni presente. Inerte, sin sentido, sin alma.

Y me quiero encontrar, decidirme, atreverme o resignarme. Pero no quiero seguir así, apagado, fuera de cobertura, insensible. Pero no sé cómo hacerlo. No sé escoger. No sé si escoger el camino de la derecha o de la izquierda, si inventar uno nuevo, o si habrá camino para mí. Y no es tristeza, que nadie se preocupe, son simples reflexiones que luchan entre sí en mi cabeza. Seguiré escogiendo la risa, eso lo tengo claro.